La fortificación original se construyó sobre un antiguo asentamiento romano y más tarde visigodo.
Empezó a tomar su aspecto de fortificación palaciega, tras la conquista de Sevilla, en el 712 por los árabes.
Es un palacio
fortaleza mandado construir por Abdel Rahmán III. La combinación de sus
salas exquisitamente adornadas con yeserías, alicatadas y artesonados
combinan acertadamente con los esplendorosos jardines para crear un
conjunto difícil de olvidar.
Destacan dentro del
palacio: el Patio de las Doncellas, con unos bellísimos zócalos de
azulejos; el Patio de las Muñecas, que cuenta con una interesante
colección de capiteles.
Tras la toma de la
ciudad por el rey Fernando III en el siglo XIII se convirtió en
alojamiento real, su hijo Alfonso X el Sabio llevó a cabo las primeras
reformas tras la conquista, ordenando en 1254 la construcción de tres
grandes salones en estilo gótico. En el siglo XIV Pedro I de Castilla
decidió construir el denominado Palacio Mudéjar, que se convirtió
en el primer palacio de un rey castellano que no estaba protegido tras
los muros y defensas de un castillo, alcanzando el aspecto mudéjar que
hoy conserva y asombra por su riqueza y ornamentación.
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